Tricia grita libertad
Estación de tren de Qingdao Norte. Gracias a una valija que me llamó la atención, la siguiente historia:
Ella, de unos cuarenta, pelo corto, elegante, sentada sobre esa pequeña valija, la que me llamó la atención: dura, gris, con tres ruedas grandes, amarrada a algo que podría ser una scooter eléctrica con su asiento que es la valija misma. Una idea original que no me parece nada práctica.
Pero gracias a que me llamó la atención y que me llevó a preguntarle sobre su valija donde estaba sentada, conocí a Tricia y a sus hijos Oscar de 9 y Lucas de 7.
Una de las personas con mejor inglés desde que comencé mi recorrido, me preguntó qué hacía por ahí y le conté. Seguí con decirle lo que me había gustado Qingdao. Le pregunté si el clima estaba siempre así de soleado y me dijo que sí.
– ¿Hace frío en invierno?, fue mi siguiente pregunta a ver si me tentaría instalarme en alguna otra vida en esta ciudad.
– Sólo llega a -10, me contestó con una sonrisa.
– ¿Sólo?, le pregunté, pensando que había querido decir 10 sobre cero.
Me dijo que en Harbin, de donde es originaria, en invierno llega a -30.
Así que sí, sólo.
Sin que se lo pidiera, quizás encontró en mí la oreja de confidente, la que necesitaba justo en ese momento para sacarse su angustia de encima, Tricia abrió su corazón y me contó su vida en 5 minutos.
Matrimonio feliz, dos hijos, pero perdió a su marido hace un año. Cuando me lo contaba se le quebró la voz y sus ojos rebalsaron de lágrimas. Los míos no quedaron lejos. Vive con su suegra que la está volviendo loca controlando toda la casa. Controlando su vida y la de sus hijos. Imponiéndose en cada movimiento, criticando todo. No puede soportarlo más. Necesita un respiro. Decidió sacar a los chicos de la escuela esta semana y llevarlos por unos días de vacaciones a Wuhan para cambiar las ideas.
También Tricia me contó que es posible que consiga su permiso de trabajo para ir a Singapur para que los chicos puedan estudiar ahí pero creo que la razón principal es para liberarse de su suegra. Ella le pagaría el alquiler de un departamento pero irse de China, ese sería el principio de su libertad.
Me quedé con ganas de más preguntas o de quedarme con su contacto, pero el tren la esperaba para cambiar su vida, tal vez.
Me pidió una selfie y me ganó de mano. Yo también la quería para el recuerdo.