El Niño Jesús de la Basílica de San Francisco
Me acerco a la basílica de San Francisco, Salta, tan terracota. La recorro por dentro, tan neoclásica. Me detengo frente a una ventana, posiblemente un confesionario. Me llama la atención una mujer que está limpiando una sala. Mis ojos hacen un recorrido íntegro pero se detienen en el niño Jesús, tan pequeño, tan cuidado, en el centro de una vitrina, sobre un almohadoncito. La señora se acerca a limpiarla y eso me lleva a fotografiarla. Ella limpia y limpia con tanto cuidado y tanta dedicación. Cuando decido que ya tengo la foto, hago unos diez pasos para acercarme al altar, tan grandioso. De repente, desde atrás, un estruendo sacude a los pocos presentes y hace eco en la inmensa basílica. Suena a vidrio. Presiento que es la vitrina pero ruego que no sea. Me acerco hacia la misma ventana donde acabo de estar y ya una curiosa me ganó de mano. Vuelvo a rogar que no sea la vitrina pero compruebo que es. Vidrios por doquier. Pedazos grandes, otros chicos. El pequeño Jesús en el piso. La señora tiene las manos pegadas a su cabeza y cara de terror. Se agacha, recoge al Niño que está boca abajo entre los vidrios y vuelve a colocarlo en su lugar. Llegan los custodias y otros empleados de la Iglesia. Le dicen que no se preocupe, que está todo bien. Toma la escoba y barre los vidrios. Una hora después vuelvo a pasar por la basílica, todavía tan terracotta. El Niño Jesús está ahí, en su lugar. Limpito, pero sin vitrina.
Salta, Argentina.
13 de febrero, 2023
Texto y foto
©️Silvia S. Hagge