China Sep 2024⚫️ Uno
Casi las siete y ya atardece. Mosquitos pululan y el silencio es interrumpido por algún motor de aire acondicionado. Lucesitas titilan entre las plantas. A primera vista me parecieron luciérnagas pero cuando las miro fijo me dicen que son más lucesitas de arbolito de navidad.
Le pedí una Tsingtao pero no me entendió. Después me di cuenta que no era porque la camarera no entendía mi chino, sino que no entendía de cervezas. Me dio una botella de otra marca local, pero estaba caliente —la heladera estaba desenchufada — . Cuando le pedí una fría me llevó al fondo del bar de la terraza del hotel Cote Cour, donde me alojo por tercera vez. Ahí me mostró un surtidor (¿así se llaman los de cerveza?) y me convenció con la Jing A Brewing Co a pura malta. No está nada mal.
Es mi quinta noche en Asia, la primera en China después de cuatro en Singapur. Recién ahora comienzo a sentir el jet lag, o quizás fue porque esta noche apenas pegué un ojo por tres horas entre Singapur y Hong Kong. En Singapur no tuve tiempo de pensar siquiera si tenía o no jet lag. Le puse primera y no paré. Muchos mimos de amigas, tanto amor, cariño y afecto. Trámites que había que hacer pero que se realizaron, como no podría ser de otra manera en Singapur, con efectividad, rapidez y éxito. Los increíbles anfitriones Gise y Nick, que me hicieron sentir en un hotel cinco estrellas, la argentinada a full con Sabi, Lau y Di, el encuentro emotivo con Conchis, Seef, Isabelle y familia, el té a los apurones con Anne, un íntimo almuerzo con Merly y tantas cosas más.
Me intrigaba, no me preocupada, lo que iba sentir al llegar a la ciudad que me dio tanto amor, tres hijas y un divorcio. Me sorprendió que no me causó dolor, sino un cariño como de alguien querido. Esa calidez de bienvenida, la conexión, las cosas que nos acercan. Pacífico, agradable, eficiente. Recuerdos que iban cayendo al ver lugares conocidos, tantas veces frecuentados a lo largo de esos veinte años: nombres de calles, y estaciones de MRT que comienzan a volver a ser pronunciados. Orchard Road, Stevens, PIE, Woodlands. Jelita, Tanglin, Shaw Center. Singtel, Paragon, LTA. No fue un problema despedirme porque sé que vuelvo en noviembre.
Acaba de desaparecer el ruido del motor, el silencio de los hutones hoy, día festivo, Mid-Autumn Festival o Mooncake Festival, para los amigos, es una delicia. Aquí y ahora.
Beijing es otra ciudad que me recibió como si nos conociéramos de siempre. Aunque fue un tanto más complicado entenderme con el chofer para ver cómo le pagaba. Antes, uno sacaba efectivo y listo. Ahora, para los chinos se les simplificó todo con WeChat. A los 外国人, wai guo ren, extranjeros, se nos complica un tanto más porque WeChat nos permite conectarnos con gente que tenga la App pero no podemos usarla como forma de pago si no tenemos tarjeta local. Mientras que AliPay, lo permite. Uno puede escanear el QR del merchant, y puede anotar el monto y va a la tarjeta extranjera registrada. Con esa misma App podré alquilar las bicicletas azules (y no las amarillas ni de los otros tantos colores) y tantas cosas más que iré aprendiendo en estas dos semanas que me quedan.
La cereza en la torta del día fue Rex. A este joven habitante de Pekín lo conocí en mi exposición en París. Fue a la ciudad a hacer un curso con una fotógrafa de Magnum Photos, le conté de mi proyecto en China y se ofreció a ayudarme. Este simpático ingeniero informático especializado en inteligencia artificial, después de estudiar en Nanjing, hizo un post grado en Boston donde quedó por 8 años. Se casó y volvió a China. Desde París me ayudó a instalar WeChat que no quería conmigo, me ayudó a comprar tickets de tren y hasta se ofreció a irme a buscar al aeropuerto. Le dije que no era necesario pero después vino a buscarme al hotel para llevarme a comer una exuberancia de manjares locales, a pasear y a ayudarme a encontrar taxistas en los destinos que voy a recorrer. Un encanto de persona con una cámara que tanto me gustaría tener. Quizás pase a buscarme mañana para llevarme a la estación, pero es otra exageración porque tardaría más tiempo en venir de su casa que yo de desplazarme hasta el tren.
Mañana me espera el comienzo de la aventura. Parto para Jinan.