BUSCANDO A HUSAIN ALI 6

Silvia S. Hagge
5 min readSep 27, 2023

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El pueblo de los Kamar se ve desde el Lago Qaraoun. Este lago artificial en el medio del Rio Litani es producto de una represa hidroeléctrica creada en 1959. Ahmad Abou Talib trabajó en su construcción y posteriormente consiguió hacer lo mismo en Arabia Saudita y Ucrania. Este lago tan contaminado tuvo años de agua limpia donde muchos recuerdan haberse bañado. Las compuertas de la represa están cerradas en verano, las abren en invierno. El Litani de SoHmor que conocí, no era. Cuando lo es, en invierno, es sólo para mirar y para dar electricidad, cuando hay. Porque El Líbano, ya hace varios años, tiene cortes de luz todos los días. Todos los días a las diez de la mañana. A veces cuando se le canta.

El Litani que llega más al sur es transparente y se puede disfrutar. Pude comprobarlo cuando me llevó Hasnaa a conocerlo.

Desde el lago, mirando hacia el sudeste, allá abajo en un valle bien marcado y encerrado entre varias montañas, se ve SoHmor. Montañas peladas pero con algunas manchas verdes. Ya dentro del valle, aparecen los pinos, olivos, almendros, nogales, manzanos, higueras, nísperos. Huertas con menta, tomillo, tomates, pepinos, perejil. Más tomates, más pepinos. Más olivos. Y los higos. Tierra tan bondadosa.

A lo lejos, los cantos tristes de la mezquita, si es de tarde. A la madrugada no se escucha. Han bajado el volumen. Me llamó la atención ya que en los otros países que he visitado que tengan el Islam tan presente, suelo despertarme al alba con esos cantos.

Más cerca, motos ruidosas o camiones que pasan a alta velocidad por la ruta de dos manos. Conducen rápido. Muy. No frenan, esquivan. Y si lo hacen, es de golpe a un milímetro del choque. Me la doy de superada pero me agarro del asiendo con las uñas. Me pongo el cinturón, pero soy la única. Durante el viaje me aturde la alarma de los demás que no se lo pusieron y no se van a poner. Tienen tan incorporada la alarma que ya no la escuchan.

SoHmor. Septiembre, 2023 ©Silvia S. Hagge

Motociclistas sin cascos avanzan esquivando niños, pozos, perros, autos estacionados en el medio de la calle. Solo frenan con tiempo cuando entramos en zona de control. Las zonas de control son más evidentes por el sur, pero antes de entrar al SoHmor hay que pasar un par. Ahí es cuando me dicen “no abras la boca”. Paso por local, salvo cuando abro la boca. Eso me alivia. La mudita Hagge-Kamar. Hay que esquivar bloques de cemento con marcas rojas, una cabina en el centro. Militares bien armados, caras de pocos amigos. Los saludamos con una bajada de cabeza. Nos dejan pasar.

Casas de dos o tres pisos. Algunas, las menos, con terminación de tejas rojas. La mayoría de las casas están sin rebocar. Y sin terminar. Un último piso a medio hacer. Las barras de hierro sin cortar quedaron olvidadas por ahí. Una escalera por la mitad. Algún día la terminarán. Es que las ganas de construir su propia casa siempre está, pero una bomba y otra crisis no permiten que el sueño se termine de cumplir. Las que lograron terminar se ven imponentes, con piedras amarillas y balcones con columnas importantes. Contrastan con las demás.

Por dentro tienen mucho en común entre sí. Un par de salas de estar. Sofás contra las cuatro paredes. Alguna mesa y tantas otras plegables para apoyar. Dormitorios simples. Cortinas pesadas con pompones. Sobre las paredes, fotos de difuntos colgadas al azar. O de algún Imman de Irán. Carteles con frases religiosas, a la entrada. Y el patio. Tan concurrido. Con más sillas y árboles que dan sombra, la mesita plegable y el té. Todos esos espacios preparados para el diálogo, para el contacto humano. Cuántos temas se discuten ahí. Cuántos litros de té. Cuánta shisha. Los problemas familiares, el Corán.

Ya se terminará de hacer. SoHmor. Septiembre, 2023 ©Silvia S. Hagge

La cocina donde tanto se crea. Placares con condimentos perfumados. Zaatar y sumac, fundamentales. Menta seca, flores, cedrón. Frutos secos y más condimentos. En la heladera, lo que no debe faltar: Laben (yogur líquido), labné (laben sin el líquido, previamente escurrido en una tela), queso (hecho en casa con leche hervida y el líquido que quedó del laben), pepinos, tomates, menta y perejil frescos, frutas.

Los baños, siempre impecables, aunque caigas de sorpresa. El lavabo sin una gotita. Inodoros occidentales aunque muchos turcos. La manguera al lado o una canilla con la jarrita para lavarse. En una sola casa había papel higiénico. En las demás, un paquete de pañuelos descartables. En otra casa, nada. Arreglate como puedas. Manguerita.

Malak Kamar y su padre. Septiembre, 2023. ©Silvia S. Hagge

Muchos comen la comida con las manos, como en India. Los cubiertos en la mesa son la cuchara y el tenedor. Cuchillo sólo si es absolutamente necesario.

SoHmor está ubicada en la Beqaa occidental. Yo la llamaba equivocadamente “sur”. La otra, la oriental, está más al norte, y más al este, claro. Está muy cerca de la región llamada Sur, a veinte kilómetros de Israel. Palestina, para los locales. Me llevó algunos días darme cuenta de algunas frases que no debía decir. Que viajé a Israel, es una de ellas. Me dijeron que no lo dijera entre desconocidos, que podría traerme problemas. Gloup.

La topografía es maravillosa. Montañas, valles, tierra tan rica. Y tantas bombas han caído aquí. No es extraño que odien con fervor a sus vecinos del sur. Hasnaa me contó que tiene un gusto amargo con Baalbek, porque una vez que viajó allí por los años ochenta, con familiares en una par de Pick Ups, una bomba cayó sobre una de ellas. Los vio morir delante de ella. Entre ellos, su abuelo, una tía y sus primos. Otros cuentan de las que cayeron en SoHmor, y los civiles que murieron aquí. Es difícil de imaginar todo lo que les tocó vivir y todo lo que tienen por delante. Así y todo, viven felices, sin aferrarse a lo material, muy metidos en la religión.

Todo por la familia. Todo por el pueblo. Y el Islam.

Ahmad Abou Talib en su casa. Septiembre, 2023. ©Silvia S. Hagge

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Written by Silvia S. Hagge

Primero viajo, después te cuento. El viaje es una excusa. Una excusa para sacar fotos. Otra excusa para encontrar historias.

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