BUSCANDO A HUSAIN ALI 1
Y me largué a llorar.
Recién sentada, después de haber acomodado mi bolso, sin imaginarme que iba a ocurrir, saltaron, espontáneas, todas esas lágrimas, tantas lágrimas que tenía guardadas en algún lugar desde el 2 de mayo del 2022. Al fin lo lloré. Ya era hora.
Sentí que Alf estaba ahí conmigo, comenzando este viaje del que tanto habíamos hablado. Estoy segura de que estará ahí, escuchando atento, con esa sonrisa dibujada, con esas carcajadas espontáneas, con esos pucheros pasajeros.
Los ojos aún húmedos, las mejillas tirantes de tanta sal derrochada, me reponía. A mi derecha, una señora de unos 70, cabeza cubierta, se sentó con timidez. Le sonreí y la miré hasta que me mirara a los ojos. La saludé, me sonrió pero no me habló. Entendí que sólo dominaba el árabe. A mi izquierda, del otro lado del pasillo, un hombre desbordaba simpatía, tanta como los ojos delataban su origen libanés. Lo miré insinuando el comienzo de una charla. Abogado y profesor de la Sorbonne, vive entre Beirut, Paris y Nueva York. Padre orgulloso de un cardiólogo exitoso en Nueva York y de un ingeniero, también exitoso, en Ámsterdam. Me envidió cuando le dije que tenía tres hijas: “porque ellas se quedan en casa”. No supe qué responderle.
Cuando le conté la razón de mi viaje, se conmovió. Cuando le dije a dónde iba, se preocupó. Se tranquilizó cuando le aseguré que tenía contactos en el pueblo.
Esa misma reacción tuvo ayer mi amiga Jehanne, libanesa que conocí en Singapur, que me iba a recibir en Beirut pero tuvo que viajar a Paris a ver a su hijo. “¿Sabes que SoHmor es Hezbollah?” Claro, le dije, pero tengo contactos adentro que se ocuparán de mi seguridad. Dos horas y un tanto después me fui con tres hojas llenas de números, recomendaciones, sugerencias, y planes B, C y D.
Los contactos del pueblo los tengo por Mohamad, un hombre que conocí hace unos años gracias al Padre Andrés de la Iglesia Maronita Libanesa de Buenos Aires que él mismo hizo construir con piedras traídas desde El Líbano. Gracias a Mohamad tengo el contacto del único hotel del pueblo donde me alojaré. Kadmous, el dueño que habla inglés, me mandará a buscar en taxi a Beirut dentro de unos días. Y para agregarle algo más jugoso a la cosa, se supone que con Kadmous somos parientes. Su abuela se apellida Al Khechen, como la madre de nuestro Husain.
Mohamad está tan emocionado por mi viaje como yo. Movilizó a todo SoHmor y no paran de llegarme invitaciones a comer, a hospedarme, a hacerme conocer el pueblo y sus alrededores. Para ellos yo estoy “volviendo” al pueblo, como si hubiera sido yo Hussain que se fue cuando SoHmor era apenas una aldea del Imperio Otomano.
…
Ya en Beirut. Sonia y Mazen pasaron a buscarme ansiosos en sacarme a pasear por su barrio que es causalmente el mío también. A esta hermosa pareja la conocí hace un par de meses en el Peloponeso, son amigos de mi amiga griega Nadina. Conmovidos por mi búsqueda me mataron a preguntas mientras tomábamos una cerveza libanesa y quedamos en volver a vernos mañana. También quedé para verme el miércoles con una amiga fotógrafa que conocí el año pasado en un festival de foto en Normandie. Hace un rato me escribió para decirme que me vio caminando con una mujer cuando ella salía del supermercado en auto. Ya me cruzo con conocidos en mi segunda tierra. QLP!