Boda en Estambul
Estambul es una ciudad que me tiene loca de amor. Me encanta recorrerla y perderme en sus calles en búsqueda de alguna escena. Siempre hay algo.
Ese día de septiembre del 2014, caminé varios kilómetros desde un lugar llamado Eminonu, donde salen barcos hacia el Bósforo, y seguí hacia el barrio de Fener, uno de mis favoritos. A lo largo de la costa veía familias haciendo picnic, enamorados caminando de la mano, niños jugando al fútbol, gente haciendo pausa para un clásico té turco. De fondo, la banda sonora típica de esa ciudad: la bocina de algún barco, llamados a la mezquita, gente conversando en esa lengua indescifrable.
Cuando pegué la vuelta y casi sin ninguna foto potable en mi haber, a lo lejos, distinguí lo que podía ser un casamiento. Cuando me acerqué, lo comprobé. La novia, el novio, un muchacho vestido con traje tradicional con un paraguas en la mano. La fotógrafa, su asistente y el resto de la familia. Mientras esperaban su turno para la foto, los más chicos, que saben lo que es no perder el tiempo, se pusieron a jugar. Entre ellos, me llamó la atención la simpatía de una nenita que jugaba con un familiar más grande con síndrome de Down.
Además de la sonrisa de la niña, me gusta el balance y la repetición de los brazos en el primer plano con la escena de atrás.
Eso y mucho más es Estambul.
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